jueves, 8 de julio de 2010

Cada cuatro años




Recuerdo aquel verano como el primero de mi vida en el que me aburrí. Hasta entonces, todos los veranos de mi infancia fueron una suma de días sin obligaciones escolares, en los que se disfrutaba del buen tiempo, de la piscina de la "huerta de Antonio" y de la playa de Cullera. Todo diversión. Todo alegría.

Mamá estaba embarazada del autor del blog de aquí al lado. El calor a la ribera del río Tajo era espectacular, y los días transcurrían tan lentos como el trote de una tortuga. Sin embargo, era el verano del mundial.

A mi aquello no me atraía nada. Eran partidos multi-color en los que no conocía a ningún jugador, y en los que tampoco me iba nada porque, la verdad, no se si España llegó a clasificarse para ello.

El caso es que, reunidos en casa todos, mis tías inclusive, una tarde de domingo empecé a ver un partido especial: unos iban de naranja y otros iban de blanco y azul a rayas. Al comienzo del partido se montó una tangana porque el árbitro no dejaba jugar a un jugador albiceleste por ir con el brazo escayolado. Recuerdo que se llegó a leer en los labios de uno de aquellos un "hijodeputa" al árbitro

Al final el partido comenzó, y yo, que no iba con nadie, empecé a fijarme en lo bien que juegan los de naranja. Una y otra vez llegaban a puerta y una y otra vez perdían el balón. En la segunda parte, dos contragolpes de los albicelestes dejaron el marcador 1 a 3.

Al final perdieron el partido, y me pareció súper injusto aquel resultado , sobre todo por la falta de decoro de los otros.

Era el año 78. A lo largo de partido me quedó claro que las selecciones eran Argentina y Holanda.

Argentina era para mí el país donde se fue a vivir la mamá de Marco, y Holanda un sitio en el que mis tías iban de viaje y traían mantequilla y galletas en lata, de esas que hay casas con empinados tejados a dos aguas. Las señoras allí, tenía la idea, de que llevaban sombreros parecidos a los de la madre de familia de "la casa de la pradera"


Cuatro años en blanco. Llega el mundial del 82 y se celebra en España. La selección juega en el estadio que hay al lado de casa de mi abuela. No me gusta el fútbol y me da igual lo que suceda con él. Sin embargo, ver que llegaban hasta casa gentes de todo el mundo, de los más remotos países atrajo mi atención hasta el extremo de que era muy entretenido ver los partidos, sobre todo cuando enfocaban al público y veías a africanos, o a árabes con trajes típicos de cada país.

Me enamoré de la selección española. Me tragué los dibujos animados de Naranjito. Comí hasta hartarme Poskitos para después coleccionar cromos de jugadores de todas las selecciones . Aprendí quién era Zico, quién era Sócrates (que tiraba penaltis de tacón), Platini.. . Puse todas mis esperanzas en Arconada y..... nada, que a la calle. Que no por ser anfitriones íbamos a tener las cosas fáciles. Y eso que a Honduras le robamos el partido gracias a los árbitros

Otros cuatro años en blanco. Llega México. En mi fuero interno sabía que era muy difícil cada partido, sin embargo, una noche de madrugada, Butragueño tuvo su tarde y enviamos a casa a Dinamarca. Qué bien lo pasé. Y qué mal lo pasé cuando en el partido siguiente un tal Eloy falló un penalti ante Bélgica en la tanda de penaltis. Tercera decepción.

Y nada, a partir de ahí, se confunden los partidos de los mundiales en mi memoria. Recuerdo grandes partidos de otras selecciones, pero ninguna de la mía. Aprendí a disfrutar del fútbol internacional en lugar del nuestro.
Me acostumbré, y no me resigné, a que los seleccionadores llevasen a jugadores que una y otra vez pinchaban en la selección. Me cansé de ver a Butragueño en el suelo. A Salinas correr sin rumbo. A Zubizarreta comerse balones. Agujeros en las bandas, agujeros en las defensas, agujeros por todas partes. Decepciones una y otra vez.

En algunos casos, como en Estados Unidos, no nos llegamos a clasificar y Javier Clemente tuvo que dimitir (yo lo hubiese echado mucho antes). En Corea un tal Camacho lo hizo algo mejor. Pero en cuartos, la anfitriona, encerrándose atrás nos envió para casa otra vez. Fue el mejor resultado en un mundial moderno: quedamos quintos en la clasificación pero la decepción no me la quitó nadie. Cuando no era por una cosa era por otra. Siempre los había mejores que nosotros.

Y llega un tal Aragonés. Fastidia un mundial ante Francia, y dice que deja la selección. A cambio hace lo que le da la gana en la Eurocopa de dos años después. Los poderes fácticos, los mas media, ya no pueden con él. Total se va a ir y no pueden hacer presión para echarle. Al final , una selección sin complejos gana una Eurocopa con un juego diferente, que se atraganta cuando los del equipo contrario se encierran en su campo pero que acaba funcionando


Dos años después, un tipo serio y que lleva bigote continúa con el trabajo del tal Aragonés. Se atraganta un partido ante Suiza. Yo ya les daba por vencidos una vez más. Mi decepción fue tan profunda que dejé mensajes de desánimo incluso en el facebook y aposté en las porras en contra de España.
No me gustó el juego ramplón y las imprecisiones en los pases de los primeros partidos.

Todos los equipos contrarios se encierran atrás y no dejan huecos. Pero al final los nuestros ganan. Ganan contra Portugal, ganan contra Paraguay (mi recuerdo para los necesitados de esos países, Perú y Paraguay) y anoche van y ganan a Alemania. La Alemania que juega al fútbol como si fueran italianos. Quizá por eso les haya ido peor.

El caso es que por fin me ilusiona mi selección. Vamos a jugar una final en un mundial cuando yo no hubiese apostado un euro por ello. No me gusta el fútbol, pero me gustan los mundiales. Me gustan estos partidos y me gusta recuperar la ilusión de nuevo. Creo que ya los de fuera no son mejores que los míos

Sin embargo, no entiendo a mi país:
En la calle la gente chilla "yo soy español, español , español, yo soy..." y lo hacen por el fútbol y sólo cuando gana la selección, pero no, por ejemplo, cuando, en los últimos treinta años un conjunto de políticos nos llevan a la ruina económica. Cuando el mismo conjunto destruye la unidad política de esta especie de federación que se han inventado con el grave riesgo de que acabemos todos viviendo en el río.

NO entiendo a mi país:
Nadie grita por la calle cuando llevamos dos años con más de 4 millones de parados

NO entiendo a mi país:
Nadie grita por la calle por ser mil-eurista y a cambio tener que pagar más de doscientos cuarenta mil euros por una vivienda

NO entiendo a mi país:
Nadie grita por la calle porque en los órganismos públicos se crean puestos de alta dirección a costa del dinero de todos y se contrata por doquier consintiendo que, a cambio, ningún órgano administrativo funcione con el rendimiento que toca ( excepto Hacienda, claro)

No entiendo a mi país:
en la prensa, los periódicos de Uruguay, Alemania y Holanda alababan a su selección por haber llegado a Semifinales. En los españoles hemos querido prender fuego a la melena de Sara Carbonero. Jubilar a Torres. Echar a los leones a del Bosque.


Pero no todo es fútbol. El mejor deportista que he visto nunca por televisión, que se lesiona con 22 años su rodilla, ha tenido que leer y escuchar comentarios que poco menos que le recomendaban la instalación de su persona en una residencia de ancianos dándole por acabado. Se llama algo así como Rafa Nadal, que calla a todos con su raqueta y con grandes premios a todos los que quieren criticarle por no negarse a llevar la bandera de España (grave insulto a los progres) y encima ser del Real Madrid (peor insulto a los seguidores del gran embustero ZP)


Creo que la mejor definición de España está en el tebeo de Asterix de "Asterix en Hispania". Cuando tenga un rato la copiaré en este blog

Mientras tanto me gusta saber que los míos no son los peores. Son los mejores hasta que Robben y Sneijder me lleven la contraria

No hay comentarios:

A ver, a ver