martes, 25 de marzo de 2008

Cómo estropear el día al cicerone


Érase que se era el antepenúltimo día del invierno.

Érase que se era el primer día de mis vacaciones.

Érase que se era la primera vez en mi vida que ejerzo de veterano en mi cuartel, y dejando plantados a mis novatos me he escaqueado vilmente sin nocturnidad pero con alevosía. Mi destino: la ilusión de mi vida, acudir a la mascletá desde mi trabajo. En esta ocasión se trata de ir con mis amigos madrileños que han venido a verme.


En fin, que llegas a la plaza atiborrada de gente, tus amigos te presentan a un extraño con pinta de sindicalista pasado de moda. Antes del primer aviso el extraño dice que si , que sabe de ti, que eres del centro pero que te trasladaste a levante por culpa de una chica, y va y te pregunta por ella. Cuando le dices que no , que ya no estáis juntos va y te pregunta que si lo habéis dejado, y cuando le dices que si, va y te pregunta por qué, y cuando le dices que no es el día de contar penas, va y te preguntan que en qué trabajas, y cuando le dices que en lenguajes informáticos muertos te pregunta ¿ y cuánto ganas ?
Pregunto: ¿ impido a mis visitas que traigan sorpresas de última hora ? ¿ o mejor dejo de quedar con nadie en días bonitos para que, como dice el adagio, nadie venga a joderlos?

A ver, a ver